Revista Nacer y Crecer

Diabetes gestacional. Una enfermedad silenciosa

Se la llama diabetes gestacional porque aparece durante el embarazo aún en madres sin antecedentes y con buenas dietas, por eso, es importante saber cuáles son los factores de riesgo, algunos síntomas de alerta, el estudio que la descubre y cómo se la trata porque afecta el crecimiento intrauterino del bebé, la calidad de vida de los nueve meses y el futuro de la mamá.

Aún sin antecedentes familiares y con una dieta equilibrada, durante el embarazo puede aparecer diabetes de manera absolutamente silenciosa y sin previo aviso. Justamente por su particular momento de desarrollarse se la conoce como gestacional.

Cómo y cuándo se detecta la diabetes gestacional?

El doctor Damián Ezequiel Levy, especialista en obstetricia y ginecología, define a esta diabetes, también llamada por sus siglas D.G., como una alteración en la tolerancia a los hidratos de carbono de severidad variable, que comienza o es diagnosticada por primera vez durante un embarazo en curso.

Se manifiesta, al igual que la que afecta al resto de los pacientes, con el aumento de la glucemia, es decir, el azúcar en sangre de la mamá embarazada. Se detecta comúnmente recién en la segunda mitad del embarazo, en especial después de las semanas 20 o 22.

Por supuesto, no se trata de una patología que afecte al cien por ciento de las futuras mamás.

Si bien puede afectar aún sin antecedentes, hay factores de riesgo, por ejemplo, las mamás que ya tuvieron diabetes gestacional en embarazos previos o con hijos que al nacer pesaron más de 4 kilos, también que desarrollaron obesidad en el embarazo, así como las que tienen hipotiroidismo actual o en el embarazo previo.

Como se trata de un desequilibrio siempre peligroso para la mamá y el bebé, lo mejor es estar atentas a la prevención.

Para detectar diabetes gestacional, se realiza lo que se llama prueba de tolerancia a la glucosa (P75): previo al estudio, se le da de beber a la embarazada agua azucarada con limón y se le extraen muestras de sangre tanto antes como después de la ingesta del líquido, en sucesivas oportunidades.

Si el resultado, luego de dos horas, arroja valores mayores a los 140 miligramos, entonces, la mamá tiene diabetes gestacional y precisa comenzar un tratamiento a la brevedad.

El tratamiento

Lo primero que suele hacerse en estos casos es comenzar un plan de alimentación de buena calidad. ¿Qué significa eso?: ante todo, es fundamental dejar los dulces, así como las gaseosas colas y todo tipo de harinas, ya que lo que se conoce como azúcares refinados incide negativamente en los valores glucémicos. En su lugar, Levy recomienda iniciar una dieta rica en frutas y verduras, pescado, pollo sin piel y carne sin grasa, además de leche y yogur descremados.

“Es importante recalcar que hay que realizar todo esto sin necesidad de disminuir de peso. A las mujeres que se encuentran con un hijo en gestación no se les recomienda que desciendan de peso porque eso podría afectar el curso del embarazo”,


explica el especialista.

Al plan de alimentación se le debe sumar, al igual que en el caso de los diabéticos, actividad física aeróbica: caminar o nadar son las más recomendadas para las futuras mamás.

Pero, si con la dieta y el ejercicio no logran bajar los niveles de azúcar en sangre, entonces, es preciso comenzar un tratamiento con insulina.

Es muy importante que esto se trate con cuidado y seguir los consejos del profesional, debido a que involucra ciertos riesgos.

“No hay que perder de vista que la diabetes gestacional va en aumento y se diagnostica cada vez con mayor frecuencia. En la actualidad, se da en 1 de cada 10 embarazadas, por lo tanto, es fundamental tenerlo en cuenta y que la mamá consulte con el obstetra de cabecera”,


recomienda Levy.

Finalmente, la mamá deberá realizar controles más seguido y estar en continua comunicación con el equipo médico interdisciplinario, conformado por el obstetra, el diabetólogo, el nutricionista y el neonatólogo, para así poder tener un embarazo controlado y llegar al nacimiento del bebé de la mejor manera posible.

Riesgo por dos

En el caso de este tipo de diabetes, al haber al menos dos partes involucradas –la mamá y el bebé- los riesgos son para ambos. Una de las consecuencias más frecuentes y peligrosas de esta enfermedad es la posibilidad de tener un parto complicado. El azúcar en sangre sobrealimenta al bebé, haciendo que aumente de peso y produciendo lo que se conoce como macrosomía (es decir, el nacimiento de niños con más de 4 kilos de peso). Si esto sucede, el parto natural se dificulta de manera considerable, ya que al pequeño le resulta casi imposible pasar por el canal de parto, pudiendo provocarle lesiones en el hombro al nacer, entre otras complicaciones. Por eso, en estos casos, una cesárea es lo más recomendable.

Esta patología también produce en la madre un mayor riesgo a contraer infecciones de todo tipo, así como dificultades para bajar de peso luego del nacimiento de su hijo. No hay que olvidar, además, de que una vez que ya tuvo diabetes gestacional, puede repetirla en los próximos embarazos, así como también existen chances de que años más tarde desarrolle diabetes Tipo 2.

Síntomas

Pese a que es una enfermedad silenciosa, puede presentar síntomas como náuseas, vómitos, visión borrosa y pérdida de peso a pesar del aumento del apetito. También puede presentarse un aumento de la sed y de la micción, además de posibles infecciones de piel, vejiga y vagina.

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Asesoró: Dr. Damián Ezequiel Levy, especialista en obstetricia y ginecología (MN126052)

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