Aunque parezca algo simple el uso del pañal y su abandono, son en realidad temas bastante complejos. Esto se debe a que el control del esfínter requerido para poder retener el pis y la caca necesita de un nivel de maduración orgánico (del cuerpo) y psíquico (de la mente). Entender ésto nos ayudará a comprender cómo , por qué y cuándo un niño puede, debe o está capacitado para usar el baño.
Empecemos por el principio. Recuerden que anteriormente hemos comentado que los niños pasan , en sus primeros 5 años por varias etapas madurativas psicológicas.
Hemos hablado de la angustia del octavo mes como hito importante del primer año. Ahora bien en los primeros meses de vida comienza sin fecha exacta, lo que llamamos etapa oral en la que el principal estímulo del niño consiste en chupetear, succionar y llevarse todo lo que tiene a mano a la boca. (Volveremos sobre este tema en otro momento para relacionarlo con las etapas madurativas de la alimentación).
Esta etapa oral se extiende hasta los 18 meses de vida, momento en el cual comienza lo que llamamos etapa anal psicológicamente o de control de esfínteres y que puede durar hasta los 3 años.
¿Cuándo decir chau panal?
Desde un punto de vista psicológico , podemos esperar que el niño abandone sus pañales en algún momento entre el año y medio y los tres años (temprano o tarde). Ésto responde a una primera parte del cuándo.
Exigirle hacerlo antes puede requerir un recuerdo que deje alguna marca en su cabecita, es como pedirle a un chico de 4 años que aprenda cosas de primer grado.
Y si se prolonga más allá del límite máximo tendremos que ver, en cada caso en particular, qué es lo que está pasando.
Como toda vez que enfrentamos una nueva etapa, se genera cierto conflicto interno entre las ganas de crecer y las de seguir siendo un bebé que mamá cuida siempre .
Entonces se recomienda intentar enfrentar esta etapa habiendo superado otras etapas previas (haber comenzado a marcar los límites, no tomar por succión, haber abandonado el chupete, no dormir con los padres, etc) o, por lo menos, que una comience cuando estamos en vías claras de superación de la anterior. Esto, cuando el niño no lo hace espontáneamente a la edad que corresponde, debe ser estimulado y, a veces impuesto por los padres.
NO ANTICIPEMOS ETAPAS PERO TAMPOCO PERMITAMOS QUE SE EXTIENDAN MÁS ALLÁ DE LO DEBIDO.
La segunda parte del cuándo tiene que ver con el desarrollo orgánico (del cuerpo) porque tenemos que esperar que el sistema neurológico de nuestro hijo esté capacitado para registrar la información “de que hay algo que va a salir por algún lado”. El sistema neurológico enviará estos datos a su cabecita y le brindará la información necesaria para decidir qué hacer con esa puertita que se llama esfínter y emplearla voluntariamente. Esto es más difícil de manejar y en general se puede empezar a entrenar una vez que el niño registre con claridad la sensación de “ganas”. Normalmente esta madurez neurológica se da también en este lapso de la etapa anal.
¿Cómo podemos prepararlos para dejar el pañal?
Como se dijo anteriormente , lo más aconsejable es la etapa psicológica. En este sentido debemos permitirle y estimularle juegos relacionados con esta etapa como jugar con líquidos, transvasar agua y harina, manipular masas como arcilla y plastilina, mojarse las manos con témpera para marcarlas sobre un papel etc.
También podemos y debemos enseñarle qué es lo que va a tener que hacer y plantearlo como algo natural, bueno, deseable y saludable para su cuerpo. Tenemos que mostrarle que el inodoro no es ningún monstruo que se come alguna parte de su cuerpo, sino que es el lugar donde se tira lo que nuestro cuerpo no necesita para crecer o lo que es tóxico., así como cuando sacamos la basura de la casa no significa que tiramos parte de nuestras pertenencias. Dejemos que tire la caca del pañal en el inodoro, que apriete el botón y, si es necesario que la salude como un juego y no con tristeza. Respecto de ésto es necesario recalcar que “sólo la caca es caca”; no le es el enchufe, ni la plancha, ni el horno.
Es bueno que le mostremos ropa interior divertida que podrá usar cuando deje el pañal y marcar lo feo que es tener el pañal sucio y andar con el pis y la caca a cuestas.
En general los chicos nos van mostrando en qué momento del desarrollo se encuentran con distintas actitudes que tenemos que detectar. Habitualmente empiezan manifestando que les molesta el pañal sucio; luego avisan cuando están haciendo: más tarde cuando tienen ganas y no pueden retener, después retinen pero no llegan al baño y por fin con aplausos, felicitaciones y fiestas harán en el tan esperado lugar.
Si usaran pelela, es aconsejable que, ésta esté sólo en el baño (no en cualquier lugar de la casa). Puede ser común, con música, con dibujitos, a “ gusto y piacere “ o simplemente no usarla y, en tal caso es aconsejable poner un adaptador en la tabla del inodoro y un banquito para apoyar los pies cuando esté sentado.
Sólo podremos sacarle el pañal cuando nos demuestre que está listo para hacerlo (podemos dejarlo en calzoncillo o bombacha un rato, luego de cambiarle el pañal cuando esté en etapas avanzadas para que vea la comodidad de no usar pañal).
Decisión tomada… ¿de día o de noche?
NO HACE FALTA QUE SEA VERANO. NO TODOS LOS CHICOS NACEN EN LA MISMA FECHA NI MADURAN SEGÚN LAS ESTACIONES DEL AÑO.
Una vez que detectemos que puede controlar sus esfínteres porque en reiteradas ocasiones avise con tiempo y llegue al baño, le sacaremos el pañal y una vez que se lo saquemos no lo volveremos a poner (si ya pudo, podrá hacerlo otra vez, aunque a veces tenga ciertos deslices). Pero es necesario aclarar que hay dos momentos bien distintos: el día y la noche; y éstos pueden superarse en tiempos diferentes (dejará el pañal de día cuando sepa pedir ir al baño en el momento adecuado, y, de noche, estando en estado subconsciente, cuando pueda retener varias horas). El hecho de sacárselo de día no implica hacerlo en el mismo momento, de noche.
Generalmente registra primero el control de los sólidos (caca) y luego de los líquidos (pis)
Recordemos, como siempre, apoyarlo y ayudarlo a superara una nueva etapa; no presionarlo, no apurarlo. Siempre hay que estimularlo a crecer, aunque a veces nos duela y aprendamos a disfrutar de su maduración.