El embarazo constituye una de las etapas de mayor vulnerabilidad nutricional en la vida de una mujer.
ALIMENTACION – RECOMENDACIONES GENERALES
Durante toda la gestación hay un aumento de las necesidades nutricionales debido a la cantidad de energía extra que se necesita para afrontarlo.
Podríamos cambiar el dicho popular que dice que una embarazada debe “comer por dos” diciendo que “debe comer para dos” y esto significa que, lo que una gestante come debe ser útil tanto para ella como para su bebé.
Actualmente la recomendación en relación al aumento de energía durante el embarazo es la siguiente: 1º trimestre 85 kcal/día; 2º trimestre 285 kcal/día; 3º trimestre 475 kcal/día.
Estos datos no tienen en cuenta circunstancias que pueden darse y generar mayor aumento de los requerimientos energéticos, como el caso de embarazos gemelares, de madres adolescentes o bien de madres deportistas o con actividad física aumentada.
Por otra parte, las madres obesas o que no van a amamantar no necesitarían de éstas calorías extras destinadas al depósito graso, por lo que la adición debería ser menor.
Generalmente, el incremento calórico antes mencionado se da en forma natural por lo que se considera que, una ganancia de peso semanal adecuada, en una mujer bien nutrida con una dieta de calidad óptima, hace suponer que su consumo energético es el correcto.
NUTRIENTES NECESARIOS
Proteínas:
Las necesidades proteicas se incrementan a medida que avanza el embarazo y con mayores demandas a partir del 2º y 3º trimestre.
Estas necesidades están cubiertas con un 15% del aporte energético total y preferentemente con lo que llamamos “proteínas de alto valor biológico” (clara de huevo, carne, pollo, pescado)
Las proteínas son necesarias para la formación de nuevos tejidos y es usual que el déficit de energía y no de proteínas determine un resultado desfavorable para el embarazo, porque las mismas se utilizarían para gasto energético y no para la actividad de crecimiento.
Grasas:
Deben aportar entre un 30% y 35% del valor calórico total. Es importante incluir ácidos grasos esenciales de la familia “omega 3 o DHA” y “omega6” ya que son fundamentales para el buen funcionamiento del sistema útero-placentario, el desarrollo del sistema nervioso central y la retina del feto durante el embarazo y del niño durante la lactancia.
Fundamentalmente el consumo de ácidos grasos “omega 3 o DHA” en la dieta de la mujer embarazada, estaría asociada a:
- Correcto desarrollo de la visión del bebé.
- Mejor coeficiente intelectual en el bebé y mejor desarrollo cognitivo.
- Efecto preventivo en el desarrollo de alergias y asma en el bebé.
- En la madre, reduce el riesgo de preclampsia, parto prematuro y depresión post-parto.
Para cubrir éstas necesidades el consumo de pescado (principal fuente de ácidos omega 3) debería ser de tres veces por semana si son de mar o dos veces por semana si son pescados de río más altos en contenido graso.
También existe en el mercado leche suplementada con omega 3 o DHA y su consumo debería ser de tres vasos por día más un vaso adicional en el 3º trimestre.
Los alimentos fuente de ácidos grasos omega 6 son aceite de maíz y soja y semillas como chía, lino. Estos ácidos grasos tienen un efecto cardioprotector.
NECESIDADES VITAMINICAS – NUTRIENTES CRITICOS
Se puede afirmar que el consumo de ácido fólico, hierro y calcio son los más críticos durante el embarazo.
Ácido fólico:
Los requerimientos aumentan durante el embarazo en respuesta a las demandas de aumento de glóbulos rojos maternos y el crecimiento feto-placentario.
La deficiencia se relaciona con una mayor incidencia de malformaciones congénitas, abortos espontáneos y complicaciones como parto pre-término y bajo peso de nacimiento.
La administración de suplementos periconcepcionales disminuye el riesgo de tener hijos con defectos del tubo neural como la espina bífida y la anencefalia.
Las mujeres que fuman, toman alcohol o consumen anticonceptivos orales pueden tener carencia de ácido fólico.
Los alimento ricos en folatos a consumir durante el embarazo son: hígado, remolacha, espárragos, coliflor, espinaca, brotes de soja, brócoli, repollitos de Bruselas, porotos negros y colorados, garbanzos, frutas secas (nueces, almendras, maní), jugo de naranja, jugo de pomelo.
Las mujeres que fuman, toman alcohol o consumen anticonceptivos orales pueden tener carencia de ácido fólico.
Hierro:
El incremento en la irrigación materna durante el embarazo en especial en la segunda mitad, cuando ocurren las mayores demandas a nivel materno-fetal, aumentan las demandas de éste mineral.
Las mujeres que inician el embarazo con depósitos de hierro insuficientes es necesario administrarle suplementos (de 60 mg a 120 mg/día) para evitar anemia. Se deberán tomar alejados de las comidas para facilitar su absorción.
Para mujeres con buenos niveles de hierro y reservas adecuadas de éste mineral, se sugiere una suplementación de 30 md/día y una correcta ingesta de alimentos fuente de éste mineral.
El hierro en los alimentos se encuentra en dos formas:
Hem o hemínico: tiene mayor porcentaje de absorción y no necesita de factores favorecedores de la misma. Los alimentos fuente son las carnes en general y las vísceras.
No hem o no hemínico: su absorción es mucho menor y necesita de factores facilitadores de la misma como vitamina C y las carnes. Los alimentos fuente son yema de huevo, vegetales de hoja verde, legumbres, frutas secas.
Calcio:
Se acumulan aproximadamente 30 gr de calcio en todo el embarazo, casi todo en el esqueleto fetal (25 gr) y el restante en el esqueleto materno como reserva para la lactancia.
La principal adaptación fisiológica que sucede en el organismo materno para hacer frente a ésta demanda es el aumento de la absorción intestinal de éste mineral, siendo el aumento de la vitamina D el principal responsable de éste incremento en la absorción.
Actualmente se sugiere que manteniendo la ingesta de calcio recomendada para mujeres no embarazadas (1000 mg a 1300 mg/día), se cubren las necesidades y pueden ser aportadas con la alimentación, siempre que la madre incorpore productos lácteos y quesos (a mayor maduración mayor contenido de calcio) que son la principal fuente.
Un consumo óptimo de calcio se relaciona con prevenir la hipertensión arterial y hay evidencias que reduce la depresión post-parto y mejora el nivel de calcio de la leche materna.
Complejos polivitamínicos:
Según la Asociación Americana de Dietistas la suplementación con complejos polivitamínicos sólo son necesarios en determinadas circunstancias cómo embarazos múltiples, embarazadas adolescentes, fumadoras y mujeres con alto consumo de alcohol antes de embarazarse, vegetarianas estrictas o con antecedentes de anemia.
– Dr. Sergio Paikovsky, MN 90.447 MP 446.394 Subdirector de Obstetricia y Ginecología de Fundación Hospitalaria
-Lic. en Nutrición Susana M. Galarreta
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