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Niños y animales domésticos: Consejos útiles

by NyC_Noticias
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Adoptando una mascota, El nuevo integrante en la familia

Para quienes tienen un bebé o niño pequeño y desean adoptar una mascota, algunos consejos útiles para que puedan tomar una decisión de manera consciente y responsable.

Y para los que ya la tienen y se avecina la llegada de un bebé, les daremos tips para tener en cuenta cuando la familia se agranda.

Ver interactuar a un niño junto con una mascota suele ser una escena muy romántica y enternecedora. Y realmente lo es. Revistas y spots publicitarios lo saben y se sirven de estas imágenes para vender toda clase de productos.

Sin embargo, un animal no es un objeto ni un osito de peluche. Y más allá de estas bellas imágenes, son varias las cuestiones que los padres deberían saber respecto de esta relación.

Elegir una mascota

Cuando la familia se muestra deseosas de incluir una mascota al núcleo familiar, el primer interrogante suele ser: ¿perro o gato?

En líneas generales todos conocemos, al menos a grandes rasgos, las diferencias más destacadas entre uno y otro. El perro es más sociable, necesita de mayor contacto con el grupo familiar y es más simple enseñarle algunas órdenes o trucos.

El gato, si bien es un animal doméstico, suele ser más independiente y requerir de un contacto social no tan intenso como el del perro. Aunque realmente generan vínculos muy estrechos con sus propietarios.

A partir de estas diferencias propias de la especie, se desprenden cuestiones que los padres deben contemplar para decidir por uno o por otro.

Al perro deberemos dedicarle más tiempo: para pasearlo, jugar y educarlo.

Generalmente, la educación canina (sobre todo cuando es cachorro) suele ser más trabajosa que la del gato. Educar a un perro cachorro requiere tiempo y dedicación.

Es aquí donde los padres deben preguntarse: ¿es este el momento oportuno para que nos pongamos a educar una mascota?”.  

El gato, en líneas generales, requiere menos tiempo: con jugarle un rato cada día y compartir momentos de mimos le bastará.

Tiempo de vacaciones

También debemos  pensar en lo que haremos cuando nos vayamos a vacacionar, si viajamos seguido o no, si lo podemos llevar o dejar al cuidado responsable de alguien más.

Aquí las diferencias no son menores. Al gato lo podremos dejar en casa y será suficiente con que algún amigo o familiar vaya una vez por día a darle de comer, cambiarle el agua, darle unos cuantos mimos y limpiarle la bandeja donde hace sus necesidades. El perro, como ya hemos dicho, requiere de un mayor contacto social. Por tanto, necesitaremos que alguien pase varias horas del día en casa, o deberemos buscar algún familiar o guardería de confianza donde poder dejarlo.

Más a tener en cuenta

Otra cuestión a tener en cuenta es la relación entre la edad de la mascota a adoptar y la seguridad de nuestros niños. En este punto, tenemos tres posibilidades:

  • Si la adoptamos de cachorro, dentro de su periodo sensible de socialización (perros antes de los 4 meses y gatos antes de los 2 meses y medio) es menos probable que cuando crezca tengamos algún problema relacionado con la agresividad. Es muy importante invitar amiguitos de nuestros niños a casa durante este periodo para que el animal se familiarice con todo tipo de niños (los hay más gritones, más enérgicos, más miedosos, más confianzudos).
  • Si decidimos adoptar una mascota adulta de la cual conocemos su procedencia, deberemos cerciorarnos (preguntando a sus antiguos propietarios) que esté totalmente habituada al contacto con niños de la misma edad de la familia.
  • En caso de adoptar una mascota adulta de la cual desconocemos su historia (por provenir de la calle o de una protectora) deberemos ser muy cuidadosos. Y estar muy atentos a las primeras reacciones cuando se encuentre con los niños y observarlo: ¿Disfruta la mascota la cercanía con los niños? ¿Quiere jugar? ¿Los evita? ¿Se pone tenso? ¿Gruñe?

Recomendación 1

En cualquiera de los casos, sugerimos que los adultos estén siempre presentes cuando niños y mascotas comparten tiempo y espacio juntos.

Esto nos permitirá evaluar tanto si hay alguna reacción extraña de la mascota como educar a nuestros niños en relación al trato y respeto para con el animal.

Si en algún momento tenemos un mínimo de duda acerca de alguna reacción o comportamiento del animal en su interacción con los niños (gruñidos, mostrar los dientes, tarascones, nerviosismo) deberemos consultar con un etólogo, que en nuestro país generalmente son médicos veterinarios especializados en comportamiento.

Ya tenemos una mascota y llega un bebé

El otro escenario posible es cuando el grupo familiar ya cuenta con una mascota y se aproxima la llegada de un bebé. En estos casos, tenemos recomendaciones para antes de la llegada del niño,  y para cuando el niño y la mascota vayan a estar juntos.

Previo a la llegada del bebé, debemos llevar a nuestra mascota al veterinario para revisar su estado de salud, que esté correctamente vacunada y desparasitada.

Debemos pensar qué rutinas se le verán afectadas con la llegada del niño e ir modificándoselas meses antes de su llegada. De esta manera evitaremos en el animal frustraciones y estrés innecesarios asociados a la llegada del niño.

Por ejemplo, si la mascota dormía con los propietarios en la habitación y tienen pensado modificar este hábito, es conveniente ir habituándolo progresivamente al nuevo ambiente en donde desean que duerma.

Cuando el bebé ya está en la clínica junto a la madre, algo que puede hacerse es llevarle ropa del niño a la mascota para que vaya habituándose al olor.

Es importante que el animal relacione este olor con una experiencia agradable. Para esto, podemos ir felicitándolo con nuestra voz, acariciarlo y darle trocitos de comida mientras olfatea la prenda.

Presentación

Para la primera presentación, en el caso del perro suelo recomendar que le den un paseo y que al llegar a casa lo dejen con la correa puesta. De esta manera estará más relajado por su paseo, y tendremos mayor control con la correa. Alguien sujetará al perro mientras la madre tiene al niño.

En el caso del gato, alguno de los propietarios lo sostendrá en brazos si es que el gato lo tolera. Observaremos cuál es la reacción del animal: ¿Está relajado? ¿Se pone muy nervioso? ¿Lo evita? ¿Se pone agresivo?

Si lo notamos relajado lo dejaremos que se aproxime a olfatear al recién nacido, y aprovecharemos para acariciarlo, felicitarlo con nuestra voz y darle trocitos de comida. Las interacciones deben ser breves, y con el tiempo las iremos incrementando.

Si en principio decide evitarlo, no forzaremos el contacto y esperaremos que el animal vaya ganando confianza. Si notamos alguna conducta agresiva o de mucho nerviosismo debemos consultar inmediatamente con el especialista en conducta.

Recomendación 2

Como ya hemos mencionado es recomendable conservarle a la mascota sus rutinas para evitar que se estrese y aparezcan problemas de comportamiento. Esto incluye  las actividades que solíamos compartir y la atención que solíamos darle. Suele ser difícil durante los primeros meses por la atención que nos demanda el recién nacido, pero en la medida de lo posible es importante para el animal que hagamos este esfuerzo.

Mascotas y niños

Una idea central que debe tenerse presente es que la mascota debe asociar la presencia del niño con experiencias o momentos agradables. De esta manera, podemos aprovechar los momentos que pasarán en el mismo ambiente para darle mimos, jugarle, o darle premios comestibles.

Cuando los niños comienzan a gatear o a caminar, debemos ser cuidadosos en relación al contacto y las manipulaciones que les puedan llegar a realizar al animal. Los contactos siempre deben estar bajo supervisión y debemos ir enseñándole al niño de qué manera interactuar y cómo acariciarlo.

En el caso del gato, es importante que cuente con zonas o  lugares “seguros”; lugares a los que el niño no tenga acceso y donde el animal pueda posarse ahí “a salvo” y tranquilo cuando lo desee. Estos lugares pueden tratarse de escondites o alturas.

Conclusión

Para concluir, resaltar que en esta relación entre mascotas y niños son los adultos  quienes deben velar tanto por el bien de los pequeños como por el bienestar del animal. En ocasiones, los niños sin  darse cuenta realizan conductas que pueden incomodar y llevar a experimentar momentos de estrés a la mascota. Esto puede dañar el vínculo, empobrecer su bienestar y ser la causante de problemas de conducta (fobias, agresividad: gruñidos, mordidas). Los adultos son quienes deben modelar  estas interacciones, guiando a los niños y a las mascotas en todo momento.

Más info en: https://www.facebook.com/filoanimal

Asesoró: Juan Manuel Liquindoli – Máster en Etología Clínica (Universidad Autónoma de Barcelona). Lic. en Psicología (Universidad de Flores). Técnico en modificación de conducta canina (Universidad Autónoma de Barcelona). Adiestrador canino (Universidad de Buenos Aires).

Photo by Picsea on Unsplash

Imagen de skeeze de Pixabay

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