Por Lic. Guadalupe del Canto, Psicóloga perinatal @saludmentalperinatal
En los últimos años se puso de moda dudar de la existencia del INSTINTO MATERNO. Pareciera que sin instinto podemos dar respuesta a algunas situaciones que no encuadran dentro de lo esperable.
Sin embargo, el instinto materno les da a las madres la posibilidad de confiar en sí mismas, en sus propios recursos y en su habilidad natural para ser mamás.
La maternidad genera una sensación de vulnerabilidad. Miedos. Incertidumbre. Sensación de no estar a la altura de las circunstancias.
El conocimiento de la existencia del instinto maternal puede ser una enorme oportunidad para que las madres recuperen la confianza en sí mismas y puedan conectarse con la idea de que lo están haciendo bien.
Instinto materno o construcción social?
Una cosa es el deseo de ser madre y otra el instinto materno.
Se confunde también el instinto con el maternaje que tiene que ver con una construcción que se va logrando a través del tiempo de cuidados afectuosos, algo así como una manera amorosa de criar. Un instinto es innato y heredado. Es biológico. Y es igual en toda la especie. Los instintos por definición, se activan selectivamente frente a determinados estímulos.
Por ejemplo, el instinto de supervivencia se activa frente al peligro. Se activa la señal de alarma, aparece el miedo, y salgo corriendo o me paralizo si el miedo es muy intenso. El instinto es la alarma que se activa en el cerebro y me orienta a la acción, que puede ser salir corriendo o intentar apagarlo, o de alguna otra manera, pero que será una manera orientada a proteger mi vida aún aunque no resulte siendo efectiva.
Desde la psicología, desde hace muchísimos años se habla de la disposición de las mamás a cuidar a sus bebés. Por ejemplo, Winnicott describió la preocupación maternal primaria como los pensamientos, motivaciones y acciones orientados a cuidar al bebé. O sea una tendencia de las mamás a cuidar a sus bebés, pero no técnicas concretas y específicas que esas sí están modeladas por la cultura, las modas, y el momento histórico.
El avance de las neurociencias nos ha permitido ir dándole un sustrato biológico a aquello que estaba descripto desde la observación clínica. Dentro del instinto materno podría ser definido como un conjunto de cambios físicos, neurológicos, y psicológicos tendientes a cuidar al bebé. No se trata de la conducta específica sino del impulso para cuidar, del sustrato biológico que favorece el cuidado. Y ahí podríamos incluir el oído selectivo, que es un cambio específico en la escucha de la madre que hace que pueda seguir durmiendo frente a ruidos muy intensos pero se despierte frente a un mínimo sonido de su bebé, o la sensibilidad particular que tienen las mamás para comprender a sus bebés.
Las neurociencias también han demostrado que se pone en funcionamiento otra parte del cerebro que se conoce como teoría de la mente, que es la encargada de que podamos ser empáticos, es decir ponernos en el lugar del otro y comprenderlo, competencia clave para la maternidad. Y esto se activa en el vínculo con el bebé. El vínculo con el bebé genera cambios en el cerebro. Y eso hace que estos cambios cerebrales se generen también en las mamás adoptivas y también en los papás, generando esa tendencia a cuidar y a proteger al bebé para garantizar la supervivencia.